Nuestro Sol, como todas las demás estrellas de Universo, se mantiene estable brillando gracias a los procesos de fusión nuclear que ocurren en su interior. En su núcleo, el hidrógeno presente a una temperatura aproximada de 15,7 millones de grados se fusiona para producir helio. Actualmente este proceso lo lleva a consumir unas 620 millones de toneladas de hidrógeno cada segundo. De ellas, unas 4,5 millones de toneladas se transforman en energía (en principio es energía cinética de los productos de la fusión, el helio-4, positrones y neutrinos). Este aparente ritmo frenético de fusión nuclear es en realidad muy lento, pues sólo un pequeño porcentaje del hidrógeno presente en su núcleo se fusiona en helio.
Es que esos 15,7 millones de grados presentes en dicho núcleo solar no alcanzan en primera instancia para que los protones venzan la barrera de Coulomb y se fusionen. Es a partir de un efecto cuántico denominado tunelamiento que los protones (en resumidas cuentas se trata de 4) se unen para formar un núcleo de helio-4. Y este efecto túnel sólo permite que una pequeñísima proporción de hidrógeno se fusione.
La Tierra a punto de ser devorada por el Sol. Esto sucedería dentro de aproximadamente 12 mil millones de años. Imagen del autor. |
Por este motivo nuestro Sol viene fusionando hidrógeno al ritmo mencionado (como promedio) desde hace unos 5 mil millones de años y lo hará por otros 5 mil millones de años aproximadamente.
El final del Sol
Pero no todo es eterno, y finalmente el hidrógeno nuclear se le agotará. Cuando ya no le quede este combustible primario, el núcleo del Sol se enfriará y comenzará a colapsar. La física estelar a gran escala es bastante simple, al menos la que domina en la secuencia principal. Las estrellas se mantienen estables por causa de dos fuerzas actuantes: La presión de radiación que tiende a expandirlas, y la gravedad que tiende a contraerlas. Cuando una estrella cesa de producir energía, la gravedad se encargará de comprimirlas.
De manera que el núcleo solar rico en helio, dentro de unos 4,5 o 5 mil millones de años, momentáneamente se colapsará a causa de la pérdida de presión por radiación. Pero no todo estará perdido, pues la capa que rodea al núcleo, la cual posee predominantemente hidrógeno, también se comprimirá y llegará a la temperatura crítica de fusión del hidrógeno. En ese momento, el núcleo en contracción se disociará de la región que lo rodea, que comenzará a expandirse por presión de radiación a causa del comienzo repentino de las reacciones nucleares.
Video resumen:
Toda la parte externa del Sol experimentará un revivir intenso y se expandirá. La luminosidad (que en los últimos miles de millones de años será un 30% mayor a la actual) se incrementará gradualmente mientras las capas exteriores del Sol se expanden, llegando a casi a brillar 3 mil veces más que ahora dentro de unos 10 mil millones de años.
El Sol convertido en gigante roja llegando casi a la órbita de Venus. Mercurio ya es parte del Sol, y la Tierra tiene un futuro incierto. Imagen del Autor. |
Flash del helio
Cuando el núcleo del Sol alcance la temperatura de fusión del helio, comenzará una serie de fusiones descontroladas que durarán algunas decenas de millones de años. Es el llamado flash del helio. Según las teorías o modelos actuales, el Sol comenzará a experimentar estos estallidos nucleares pasados los 10 mil millones de años (quizás dentro de 12 mil millones de años). En esas etapas finales de gigante roja su radio crecerá hasta unas 200 veces el actual y su luminosidad se incrementará unas 5 mil veces.
La Tierra está en el límite teórico entre ser engullida por el Sol en esta etapa final, antes de convertirse en enana blanca, o escapar a causa de la pérdida de masa de la estrella. Como la atmósfera solar estará rodeando a la Tierra, el rozamiento y las fuerzas de marea contribuirán a que nuestro planeta pierda velocidad de rotación y caiga en espiral hacia el Sol, como lo habrán hecho ya para esos tiempos Mercurio y Venus. De ocurrir así, este evento sucedería dentro de aproximadamente 12 mil millones de años, momento en que el Sol, convertido en gigante roja, alcance su máximo tamaño y luminosidad.
Si, como se dijo más arriba, la pérdida de masa solar logra hacer escapar a la Tierra, ésta quedará en una órbita superior pero sin agua, atmósfera ni vida. Por muchos millones de años, la cercanía de nuestro planeta al Sol y las intensas fuerzas de marea harán que la roca se funda casi en su totalidad, generándose un gigantesco océano de lava en casi toda la superficie de la Tierra. Sólo permanecerán en estado sólido uno o varios continentes formados por metales y sus óxidos. Las mencionadas fuerzas de marea harán que la Tierra siempre muestre la misma cara al Sol, con lo cual en algunos puntos la temperatura de nuestro planeta superará los 1500 o 2000 ºC.
Finalmente, pasadas todas esas etapas finales turbulentas, el Sistema Solar visto desde la distancia, desde cientos de años luz, lucirá más o menos como la siguiente imagen de la nebulosa de la Hélice. Toda esa materia expulsada en los últimos miles de millones de años continuará en expansión formando las características nebulosas planetarias. En el centro, estarán los restos del Sol, una enana blanca que se irá apagando paulatinamente, rica en carbono y oxígeno.
Nebulosa de la Hélice. Crédito: NASA/JPL-Caltech/Univ. Dominio público. |
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